domingo, 2 de septiembre de 2012

La Llorona

Este era el lamento que continuamente se escuchaba en la ciudad de México: ¡Ay de mis hijos, que será de mis hijos!

Se daba el toque de queda en la catedral y todos los habitantes de la ciudad cerraban las puertas de sus casas con cuanto tuvieran a la mano. Se encerraban a piedra y lodo, pues nadie quería ni siquiera asomar los ojos hacia fuera.

Dicen que hasta los viejos soldados conquistadores, que demostraron su valentía en la conquista de México, no querían
 salir a la calle, al llegar esa hora terrible. Los hombres se encontraban cobardes y a las mujeres les temblaba todo el cuerpo; los corazones se sobresaltaban al oír este gemido terrible, largo, que penetraba hasta los huesos.

¿Quién podría ser el valiente que se atreviese a salir a la calle ante ese llanto que causaba profunda lástima y que se escuchaba noche a noche por la ciudad entera? ¡La llorona! Clamaba la gente y del puro susto apenas podían murmurar una pequeña oración y con la mano temblorosa hacían la señal de la cruz. Las mujeres oprimían sus rosarios con el corazón, cruces o imágenes que llevaban colgando de sus cuellos.

La ciudad vivía verdaderamente aterrorizada.

Cuando se escuchaban los gemidos de esta mujer, más de algún valiente quiso salir a ver quien era la persona que emitía esos gritos tan angustiosos, costándole en ocasiones a unos la vida o a otros el juicio que veían perdidos por el susto. Se decía que esto era cosa de ultratumba, pues si se tratara de gritos humanos, éstos no se escucharían a más de tres calles de distancia y sin embargo estos lamentos se oían por toda la ciudad; traspasaban paredes y todos los habitantes los escuchaban.

Hubo algunos envalentonados por el vino, que al salir de las tabernas pretendían ir a su encuentro, encontrando en esta hazaña la muerte. Otros quedaron locos de la impresión y los menos, no volvieron a intentar esta aventura y preferían quedarse encerrados en sus casas.

La llorona era una mujer que flotaba en el aire, con un vestido blanco y cubría su descarnado rostro con un velo muy suave, que permitía verle la calavera de su cara. Cruzaba toda la ciudad con mucha lentitud; unas noches por unas calles o plazas y otras por distintas callejuelas; dicen los que la vieron que alzaba los brazos y emitía aquel quejido angustioso que asustaba a todos los que la escuchaban: ¡Ay, ay de mis hijos, que será de mis hijos! Luego se desvanecía en el aire y se trasladaba a otro sitio a emitir sus quejidos.

De una calle a otra, recorría plazas diversas, hasta llegar a la Plaza Mayor; allí se ponía de rodillas, besaba el suelo y se ponía a llorar con mucha desesperación, terminando con un largo ¡Ayyy!

Se levantaba y se encaminaba hacia la orilla del lago caminando lentamente y ahí se perdía, se vaporizaba en el aire y se perdía de vista, no se sabe si se sumergía en las aguas o se disolvía, puesto que los que la llegaron a seguir, dicen que en este sitio se perdía de vista.

Esto pasaba todas las noches en la ciudad de México y verdaderamente tenía inquietos a los habitantes de la ciudad, pues nadie podía explicarse quien era esa mujer y cual era la razón de sus lamentos.

Muchas eran las versiones que se daban en torno al suceso.

Unos decían que esta mujer había fallecido lejos de su esposo a quien amaba profundamente y que venía de ultratumba a verle y a llorarle, pues no podía estar con él, pues se decía que dicho caballero había vuelto a contraer nupcias con una bella dama y que ya la había olvidado completamente. Otras lenguas afirmaban que la mujer nunca pudo desposarse con el caballero, pues la sorprendió la muerte antes de que le diera su mano y la razón por la cual venía del más allá, era para volverle a ver, pues resultaba que el tal caballero se encontraba perdido en vicios que perturbaban su alma.

Al decir de otras gentes, se creía que la mujer era viuda y que se lamentaba de esta forma, porque sus hijos huérfanos estaban sumidos en la más honda desgracia, sin que ningún corazón se moviese por ayudarlos. También se corría la versión de que la mujer era una pobre madre a quien le asesinaron a todos sus hijos y que su salir de la tumba era para llorarles.

Otros afirmaban que había sido una esposa infiel y que como no hallaba paz en la otra vida, venía del mundo de los muertos, con el fin de alcanzar el perdón por sus faltas cometidas en vida. Algunos decían que la mujer había sido asesinada por un marido celoso; se comentaba también que la famosa llorona era la célebre Doña Marina, quien de todos es sabido que vivió amancebada con el conquistador Hernán Cortés y que venía a este mundo con permiso del Cielo, a llenar el aire de lamentaciones, en franca señal de arrepentimiento, por haber traicionado a su pueblo, al ponerse del lado de los conquistadores españoles y que cometieron tantas brutalidades contra su pueblo.

Esta pobre alma viajaba por todo el país de México, llegando a cada ciudad en donde; en las noches de luna se veía pasar su silueta blanca y profiriendo sus espantosos lamentos que asustaban al ganado; se le llegó a ver hincada al pie de cruces; salía con gran misterio de las cuevas, donde habitaban salvajes fieras emitiendo siempre su lamento ¡Ay, ay de mis hijos, que será de mis hijos!

Esta leyenda de la llorona es muy antigua, sus orígenes se remontan al México Prehispánico, pues había la leyenda de que las mujeres muertas en parto, solían venir a este mundo en una fecha determinada del calendario, convirtiéndose en fantasmas para asustar en los caminos a quien se le pusiera enfrente.

Esta tradición se deriva también de las premoniciones que tuvieron los antiguos mexicanos antes de la llegada de los españoles, pues se afirmaba que salía una mujer del lago que angustiada decía: ¡Ay hijos míos, ha llegado ya la hora de vuestra destrucción!

Todavía hasta los primeros años del siglo XVII se siguieron escuchando los gritos de la llorona en las calles de la ciudad de México; misteriosamente despareció para siempre y ya no se volvió a escuchar su quejido angustioso por las noches y ya pudieron dormir tranquilos los habitantes de la ciudad de México.

Por +*Arkana Velasquez*+

El cuerpo del delito


En el siglo XIX escaseaban los cadáveres para las clases de medicina. Ello hizo que proliferase el tráfico ilegal y, con él, el secretismo en torno a la sala de disección. Al mismo tiempo, posar en ella se convirtió en la foto oficial de los estudiantes, `moda´ que desapareció en los 50. Recuperamos aquellas inquietantes imágenes y su aún más tenebrosa historia.


En 1849, el claustro de la Facultad de Medicina de Ohio aprobó por unanimidad una tajante norma: «los alumnos no deberán divulgar los secretos de la sala de disección o perderán el privilegio de acceder a ella». Advertencias similares se fueron extendiendo a finales del siglo XIX por la mayoría de las facultades de medicina de Estados Unidos. Había que ser prudentes si se quería continuar con una de las prácticas fundamentales en la formación de los futuros médicos. Pero, ¿por qué tanto secreto?

La razón es que los profesores de anatomía, ante el aumento enorme de facultades de medicina, debían moverse en ocasiones en los límites de la ley para conseguir el elemento indispensable en las disecciones: los cuerpos humanos muertos. Habían intentado presionar para que las leyes favorecieran que aquellos cadáveres que nadie reclamaba en los hospitales fueran a las escuelas de medicina, pero la oferta siempre era menor que la demanda. Para cumplir con las necesidades de sus alumnos, llegaban a acuerdos con los llamados `resucitadores´, profesionales que recuperaban de sus tumbas cuerpos enterrados recientemente. Los estudiantes podían tener la tentación de divulgar la fuente o la identidad de esos cuerpos que estudiaban y de ahí la necesidad de mantener los secretos de las salas de disección. En esos secretos han indagado los profesores John Harley Warner y James M. Edmonson, que en su libro Dissection hacen un exhaustivo repaso por esta práctica.

Uno de los modos más macabros de conseguir cuerpos para la ciencia, ocurrió en Europa, en 1820, en Edimburgo. William Burke y William Hare estrangularon a 16 personas para vender luego sus cuerpos a un reconocido profesor de anatomía escocés. Burke pasó a la posteridad, porque su apellido sirve para nombrar en inglés la acción de matar a alguien y luego traficar con su cuerpo. El negocio exigía que el `producto´ estuviera en las mejores condiciones posibles. Algunos cadáveres se transportaban en barriles con serrín y alcohol desde los cementerios del sur al norte. En su gran mayoría eran cadáveres de negros.

Algunos estudiantes también quisieron participar en el negocio y se convertían en `resucitadores´ para poder financiarse sus estudios. El cuerpo se cotizaba en torno a los 15 dólares. Tal proliferación de cadáveres provocaba situaciones que obligaban a los estudiantes a romper el secreto de la sala de disección, en ocasiones con un grito. Eso le pasó a John Harrison, estudiante de Medicina de la Facultad de Ohio, quien en 1878 descubrió sobre la mesa el cuerpo de su padre, que él mismo había enterrado unos días antes. Aquel mismo año The New York Times publicó un artículo advirtiendo de los pocos escrúpulos que tenían los ladrones de tumbas y se aprobaron algunas leyes para favorecer la oferta que entendía la disección como una forma de castigo: los cadáveres de los criminales ejecutados sí podían ser enviados a las escuelas de medicina.

Tanto los profesores como los alumnos entendían que la disección era una práctica transgresora, practicada en los límites sociales, legales y morales, pero al mismo tiempo se percibía como un rito en la formación del médico. Más allá de lo que aportaba de conocimiento práctico, suponía en los estudiantes una transformación moral, una verdadera prueba de fuego sobre su vocación y una de las pocas actividades que hacían en grupo. La disección se convierte en un elemento ineludible en la configuración de una identidad propia como colectivo médico.

Hasta tal punto los identifica, que los estudiantes de medicina comienzan a fotografiarse en la sala de disección junto a los cadáveres. El auge de la fotografía en la época favorece esta moda. Las fotografías en blanco y negro suelen reflejar normalmente a un grupo de estudiantes blancos que diseccionan el cadáver de un negro. Estas imágenes no tenían una gran difusión pública, pero tampoco estaban ocultas. En ocasiones se enviaban como tarjetas de felicitaciones por Pascua y por Navidad. Otras veces lo que aparecía en la imagen era el sarcasmo o el macabro ingenio de los jóvenes estudiantes. Así, bajo el cadáver escribían: «Vivió por los otros, murió para nosotros», «su pérdida es nuestra ganancia» o «descanse en piezas». Todo un catálogo de humor negro de la época.

Poveglia: la isla de los muertos veneciana




La isla del no retorno Poveglia es una pequeña isla situada entre Venecia y el Lido en la Laguna de Venecia, al norte de Italia. Un pequeño canal divide la isla en dos partes y a día de hoy su visita sigue estando prohibida. De hecho los venecianos la llaman “la isla del no retorno”. No es un lugar especialmente violento en el oleaje pero algunas veces, este es capaz de arrastrar restos humanos carbonizados procedentes de la historia más terrorífica que podamos imaginar. 
La oscura historia de la Isla de Poveglia comenzó durante la época romana cuando se usó para aislar víctimas de la peste de la población general. Siglos más tarde serviría para el mismo menester. A comienzos del Renacimiento (XIV ),Europa sufrió una tremenda plaga de peste bubónica. En Venecia se cebó especialmente, un lugar del que era imposible escapar, sus ya sucias aguas, la humedad y el trasiego de mercaderes hicieron el resto. Se llegó a tal extremo que no había sitio dónde dejar los cadáveres, se apilaban como montañas de naipes, pero no era suficiente y había que buscar una salida a la situación desesperada. Ante tal desastre humano las autoridades de la ciudad deciden en consenso con el clero que los cuerpos sean trasladados a la isla de Poveglia. Los cadáveres eran trasladados a la isla y en enormes fosas eran incinerados. Mientras Venecia y media Europa era devastada por la peste negra, según un censo de la época fue aniquilada más de un tercio de la población europea. Las autoridades médicas y civiles decidieron que no sólo había que llevar a los muertos, sino también a los que padeciesen los síntomas. Hasta allí eran arrastrados hombres, mujeres y niños todavía vivos y lanzados a las piras crematorias. En pocos años más de 160.000 personas acabaron sus días en aquella isla. Tal fue el enorme crematorio que se originó y tal fue la cantidad de restos humanos calcinados que a día de hoy el oleaje aún arrastra despojos humanos a las costas más cercanas a la isla. Nadie puede visitar la isla salvo los dueños de los viñedos que allí existen, incluso los pescadores temen acercarse al lugar por si acaso sus redes capturan huesos humanos. La isla se ha convertido en una zona podrida de hecho. El suelo de la isla junto con los restos carbonizados de los cuerpos arrojados allí, ha desembocado en la creación de una gruesa capa de ceniza pegajosa. El núcleo de la isla es, literalmente, los restos humanos que ha dado a la isla una reputación detestable, aunque parece ser muy bueno para las vides que se plantan allí. (Fosa común de huesos en Poveglia) Tuvieron que pasar muchos años hasta que la isla quedó totalmente abandonada, pero en el año 1922 construyeron allí un psiquiátrico completo con un impresionante campanario que puede verse en toda la isla. Los recluidos allí (enfermos mentales, psicópatas) fueron los primeros en informar de que veían a los fantasmas de las víctimas de la peste y escuchaban los lamentos de sus espíritus atormentados por el sufrimiento, pero nadie, por el estado mental de los testigos, quiso creerlos. El Director del psiquiátrico comenzó a experimentar con los pacientes nuevos métodos de curación, lobotomías y trepanaciones eran prácticas habituales en los pacientes con herramientas rudimentarias como taladros de mano, cinceles y martillos. Muchos de ellos fueron llevados a la torre del campanario, donde fueron torturados y sometidos a una serie de inhumanos horrores. Según la tradición, después de muchos años de realizar estos actos inmorales, el malvado doctor empezó a ver los torturados espíritus de los muertos por la peste. Esto le llevó a subir a la torre del campanario desde donde saltó y según una enfermera que fue testigo de la caída, ésta no le mató en el acto, sino que mientras el médico se retorcía de dolor en el suelo, una especie de niebla salió del suelo y lo estranguló hasta la muerte. Se rumorea que el espíritu del médico sigue entre los ladrillos del campanario y alguna que otra noche, se puede escuchar el repicar de la campana en toda la bahía. Aquel acontecimiento fue el final del psiquiátrico que hoy día aún permanece cerrado en Poveglia. (Vista de la isla con el campanario) Durante un tiempo, el gobierno italiano fue el propietario de la isla, pero fue vendida más tarde. El dueño la abandonó en la década de 1960 y fue la última persona en tratar de vivir allí. Una familia recientemente trató de comprar la isla y construir una casa de vacaciones en ella, pero después de pasar la primera noche allí, se marcharon al día siguiente corriendo muy asustados y se negaron a comentar nada sobre lo sucedido. El único hecho que sí sabemos es que una de sus hijas sufrió un desgarro en la cara y requirió catorce puntos de sutura. Varios psíquicos han visitado la isla y el hospital abandonado, pero todos ellos han sentido allí un miedo a la muerte atroz. De vez en cuando algunos temerarios han esquivado las patrullas de la policía para explorar la isla, pero todo el mundo que lo ha hecho se ha negado a regresar diciendo que hay una atmósfera pesada maligna, que sientes como si alguien respirara sobre tu cuello, ves sombras en movimiento y que los gritos y gemidos de los torturados que atraviesan la isla hace insoportable permanecer allí. Un informe de unos buscadores de emociones equivocadas que huyeron de la isla, dice que después de entrar en el hospital abandonado, una voz sin cuerpo les ordenó, “Salgan inmediatamente y no vuelvan”.Ellos nunca pudieron hacerlo. Actualmente (si bien solo durante los días ya que a la noche no queda nadie ahí, seguramente por ser de la zona y conocer las leyenda sobre ese lugar), se dice que la están refaccionando By Chris

































sábado, 1 de septiembre de 2012

La Carretera Fantasma


Conocía muchas historias de fantasmas en la carretera. Pero la historia que leí en un periodico me impactó. Hablaba de una carretera fantasma.

Se cuenta que hay una carretera comarcal en Paiporta, cerca de Valencia, dónde ocurren unos sucesos un tanto extraños. Y lo más impactante es que en los ultimos meses mas de 10 personashan muerto allí. Y no se sabe la razón exacta. Nadie se había percatado de esta ciscunstancia ni se le había dado importancia has
ta que se ha producido el testimonio del señor Martín. este hombre narra un suceso impactante que ha causado impacto y que ha hecho que se investiguen los hechos.
El Sr. Ruiz vive en un chalet situado en la carretera mencionada. De este hecho deducimos que la conoce a la perfección. Una noche conducía a casa de regreso del trabajo. Iba con mucha precaución ya que en el ambiente reinaba una niebla muy espesa muy poco propia de aquella zona. Nunca había visto una niebla tan densa nunca. Y, de repente, tuvo que dar un frenazo brusco. Se encontró ante un cruce en la carretera, pero un cruce...un camino que no había visto nunca. Él llevaba 10 años viviendo allí, pasando dos o tres veces al día por allí…y nuca había visto ese camino.

Reanudó el trayecto con una sensación de extrañeza enorme, dudaba si realmente había visto un cruce o era sólo su imaginación. Podía haber sido un efecto de la luna en la niebla…pero es que estaba seguro que allí había un camino.
Al día siguiente regresó por el mismo camino, dirección al trabajo, y al pasar por el mismo punto un escalofrío recorrió su cuerpo: no había ningún camino allí. En aquel lugar sólo había un terraplén de 4 metros de altura. En ese momento se dió cuenta que si hubiera cogido el camino habría caído por él y se habría despeñado. Gracias a que conocía el trayecto no lo cogió.

El suceso le había dejado muy confundido y lo comentó a unos amigos suyos al llegar al trabajo. Todos rieron, salvo uno que palideció al instante: Había oído hablar de esa carretera, de la historia de un camino que aparecía subitamente en una noche de niebla densa, pero nunca la creyó. Ahora todo parecía aclararse. Todo era cierto.

Ellos han estado investigando…en esa carretera han muerto más de 10 personas despeñadas…pero lo peor es que no es el único caso en todo el país. Existen muchos accidentes en noches de niebla extrañamente densa …¿será casualidad o será que existen más carreteras fantasmas?
By Chris

Efectos de sonido de terror

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Viernes 13 Soundtrack

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El Hospital embrujado de Osorno

El edificio comenzó a ser levantado en 1947 por el constructor Olegario Ubilla y el arquitecto Carlos Buschmann. El proyecto fue iniciado por la Corporación de Beneficencia de Osorno, según dan cuenta los diarios de la época, y allí se pretendía emplazar una de las más modernas clínicas del país, por lo que no se escatimaron recursos.
El proyecto original contemplaba siete pisos. En el subterráneo se emplazarían las lavanderías, crematorios de basura y cocina. En el primero el hall de acceso, la sala de infecciosos y los laboratorios de rayos X. Sobre él iban a estar el sector de medicina general y comedores. En el tercero y cuarto medicina general y cirugía. El quinto iba a ser la maternidad y el sexto pabellones, para dejar al séptimo como los dormitorios del personal.

A fines de 1948 la obra gruesa había concluido, demandando una inversión cercana a los mil cien millones de pesos, traducidos a moneda actual. Sin embargo, la construcción se detuvo ya que según se dijo en la época, el edificio se estaba hundiendo. Sin embargo, Tobías Farkas, una vez que adquirió el terreno trajo al mejor ingeniero calculista del país, Francisco Arias, para que hiciera un estudio de la infraestructura. El resultado fue categórico: "la obra jamás se hundió".
Para el arquitecto Hugo Fuentes, quien participó en una revisión del edificio en 1997, "éste se halla en perfectas condiciones, ya que no se hunde como se dijo antiguamente, sino que como tiene un subterráneo que quedó abierto durante varios años y comenzó a llenarse de agua, parece que se hubiese hundido". La causa por la cual no se culminó su construcción fue que se habría hecho una mala evaluación de los costos y los mandantes se quedaron sin dinero, explicó Fuentes.
Si bien el profesional agregó que el edificio tiene una estructura muy bien dimensionada y con fuertes rasgos racionalistas, ya que Buschmann fue uno de los impulsores de esa tendencia, se halla en buen estado, ya que incluso sobrevivió al terremoto de 1960.

Nadie sabe con certeza cuándo aparecieron las extrañas escrituras en el séptimo piso del abandonado edificio que se levanta en el sector de Pilauco. Sin embargo, una cosa está clara, y es que con el paso del tiempo la presencia allí de textos bíblicos escritos en doce lenguas se ha convertido en uno de los mayores mitos urbanos de la ciudad.
De hecho, según explica la cuidadora que celosamente desata los alambres que abren una gran puerta de madera puesta para impedir el paso de los intrusos: "tenemos que tener cuidado y estar atentos, ya que los jóvenes de los liceos siempre tratan de entrar a ver qué es lo que hay allá arriba".

La oración del "Padre Nuestro", enseñada por Jesús a sus apóstoles, fue traducido a doce lenguas. Así lo verificó el sociólogo Humberto Lagos.

MUERTES
No está claro cuándo fueron creados los escritos, aunque se ve que demandaron un largo y paciente trabajo. Ello por cuanto las paredes del séptimo piso, que es una especie de torre que sobresale de la estructura principal, fueron pintadas y sobre ellas estamparon lo que en apariencia es la oración del "Padre Nuestro" en doce diferentes lenguas: español, mapudungún, aymara, finlandés, inglés, hebreo, francés, turco, japonés y latín, entre otros; además de pasajes bíblicos donde se hace mención al poder de Dios.
Según Tobías Farkas, empresario osornino que actualmente es propietario del terreno donde se emplaza la construcción, los textos ya estaban allí cuando él adquirió el predio, hace ya más de diez años. "Ahí se juntaban frecuentemente jóvenes a beber y hacer otras cosas. Incluso hubo varias muertes. Algunos cayeron por el lugar donde se iba a habilitar el ascensor y también una mujer fue a botar su guagua", cuenta. El mismo empresario explicó que tras comprar el sitio prefirió desaguar el subterráneo, que era uno de los lugares peligrosos ya que allí habría muerto una persona ahogada, y además cerró el acceso para impedir que siguieran ingresando más personas.
El ambiente de ruinas que mostró por años la construcción invitaba a los amantes de lo oculto, y quienes buscaban un lugar para drogarse. De hecho algunos vecinos que residen cerca de la construcción explican que varios años atrás corría el rumor que hasta el lugar llegaban personas a hacer extraños ritos.
Fue justamente el abandono en que estuvo por años, ya que fue comenzado a construir en 1947 y sólo un año más tarde se detuvieron las obras, lo que sirvió para que comenzara a tejerse en torno al edificio un verdadero mito, que se vio incrementado el día en que aparecieron los escritos hace más de 15 años, según recuerdan algunos osorninos que dicen haber escuchado el rumor en la década del 80.

Nuestro personal

Les queremos presentar al personal encargado de su cuidados mientras dure su permanencia en el Hospital X.