lunes, 29 de diciembre de 2014

La Lobotomía cerebral






Imagen de una lobotomía realizada en 1960

En 1928 el Dr. John Fulton hizo una lobotomía en dos chimpancés quienes no sobrevivieron a la intervención. Las primeras tentativas de esta práctica en seres humanos ocurrieron a partir de 1935, cuando el neurólogo Egas Moniz se unió con el cirujano Almeidas Lima en la Universidad de Lisboa para realizar una serie de leucotomías prefrontales, un procedimiento que separaba la conexión entre la corteza prefrontal y el resto del cerebro.

Moniz afirmo tener buenos resultados, especialmente en el tratamiento de la depresión, aunque aproximadamente el 6% de los pacientes no sobrevivieron a la operación y con frecuencia se registraban cambios adversos en la personalidad y en el funcionamiento social de los individuos. Moniz recibió un Premio Nobel en 1949. Sin embargo, toda su fundamentación se había basado en un único caso clínico ni siquiera humano

A pesar de los riesgos el procedimiento se tornó muy popular en los Estados Unidos, como tratamiento para las condiciones mentales previamente incurables. Las evaluaciones de las primeras lobotomías tras los informes de Moniz las hicieron los mismos médicos que realizaban las operaciones, lo cual dio como resultado una evaluación demasiado positiva y optimista.

Los criterios iniciales para el tratamiento eran estrictos, solo condiciones psiquiátricas severas fueron propuestas para el tratamiento; La leucotomía original era una operación cruda y la práctica pronto fue desarrollada en un procedimiento más exacto, más preciso donde "solamente" se produjeron en el cerebro lesiones "muy pequeñas" y consistía en la inyección de alcohol en el cerebro para producir muerte neuronal de los sitios tratados.

El procedimiento fue popularizado en los Estados Unidos por Walter Freeman, quien ni siquiera era cirujano y que también inventó "el procedimiento de la lobotomía del "picahielo" decidió agilizarla y hacerla de manera ambulatoria. Freeman utilizó literalmente un picahielo y un mazo de caucho en vez del procedimiento quirúrgico estándar. Freeman martilleaba el picahielo en el cráneo apenas sobre el conducto lacrimal y lo movía hasta cortar las conexiones entre el lóbulo frontal y el resto del cerebro.
Freeman martilleaba el picahielo en el cráneo apenas sobre el conducto lacrimal y lo movía hasta cortar las conexiones entre el lóbulo frontal y el resto del cerebro.

Entre 1936 y la década de 1950, realizó lobotomías a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Tal era la dedicación de Freeman que comenzó a viajar alrededor de la nación en su propia furgoneta personal, que él llamó su "lobotomobile", demostrando el procedimiento en muchos centros médicos e incluso realizando lobotomías en cuartos de hotel. La tarea de Freeman condujo a popularizar la lobotomía como curación general para todas las enfermedades psiquiátricas conocidas.

Dr. Walter Freeman, a la izquierda, y el Dr. James W. Watts estudian una radiografía antes de una lobotomía

Según se relata en un artículo publicado en el primer volumen de la revista chilena de neuro-psiquiatría, a mitad del siglo XX en el entonces llamado Manicomio Nacional, se realizaron 31 lobectomías prefrontales a enfermos psicóticos, de los cuales 29 tenían esquizofrenia. Debido al anterior fracaso terapéutico y a "presiones de sus familiares" decidieron operarlos. Luego de la cirugía los pacientes cayeron en un estado de estupor e indiferencia y volvieron gradualmente a la normalidad luego de 3-6 meses. Los resultados publicados fueron la disminución de la conducta antisocial (agresividad e impulsividad) y los síndromes angustiosos, respondiendo mejor aquellos con menores deterioro mental y desconexión del ambiente. El artículo concluye: «Los éxitos obtenidos por la mayoría de los neuro-cirujanos y los nuestros autorizan para considerar la lobotomía como tratamiento habitual de las psicosis» en enfermos crónicos que no hayan respondido a otras terapias.

Aproximadamente, entre 45 000 y 50 000 pacientes fueron lobotomizados, con poco o sin cualquier estudio de seguimiento para considerar si el tratamiento era eficaz. Las lobotomías como forma de tratar la enfermedad mental eran una barbarie, que solo pudo ser frenada con el desarrollo de antipsicóticos y hoy en día se practican procedimientos lesivos de núcleos cerebrales localizados mediante técnicas menos invasivas. La era de la lobotomía ahora se observa generalmente como episodio bárbaro en la historia psiquiátrica. La última lobotomía legal se practicó en 1967.

La inmensa mayoría de los países del planeta prohibieron y dejaron de realizar esta práctica a partir de la década de los 60, llegando a reconocerse como uno de los errores médicos más graves y crueles que se han cometido en la historia de la psiquiatría. No obstante, este reconocimiento no sirvió para que en 1949, en pleno furor de la lobotomías, se le concediese el Premio Nobel de Medicina a su inventor, el Dr. Egas Moriz. Varias son, desde entonces, las plataformas de familiares de lobotomizados que reclaman que se le retire dicho galardón.

Tristemente, entre los cientos de miles de lobotomizados se encuentran personajes populares como Rosemary, hermana mayor de John Fitzgerald Kennedy, que fue intervenida con solo 23 años. La muchacha padecía un pequeño retraso mental de un grado muy moderado, pero era considerada un estorbo para los planes de ambición política de la familia Kennedy, lo que llevó a incapacitarla de por vida a través de una lobotomía. Rosemary quedó prácticamente postrada en estado semivegetal. Otro de los casos documentados es el de Josef Hassid, un joven prodigio del violín que, cuando estaba en la cúspide de su carrera y llamado a ser uno de los más grandes violinistas, sufrió un brote de esquizofrenia con 20 años y, tras ser ingresado varias veces en instituciones psiquiátricas fue lobotomizado y murió poco tiempo después. Rosemary Kennedy, Josef Hassid y Eva Perón (Evita)

Recientemente ha llamado la atención un informe, presentado por un grupo de investigadores y neurocirujanos de la Universidad Nacional de Cuyo (Argentina) y la Universidad de Yale (EEUU), en el que hablan de que, muy posiblemente, a Eva Duarte de Perón (Evita) se le realizase una lobotomía durante sus últimos días de vida en 1952. Según se puede leer en el informe que se publicó en el diario 'Clarín': "(…) a Evita se le habría realizado una lobotomía prefrontal para calmar el dolor que le causaba el cáncer que la llevó a la muerte, en julio de 1952 (…). El responsable de tal lobotomía fue el neurocirujano estadounidense James L. Poppen y en cuyo equipo se encontraba George Udvarhelyi, fallecido el pasado año y que, en el 2005, concedió una entrevista en la que aseguraba (…) haber participado en una lobotomía prefrontal practicada a Evita para aliviar los intensos dolores, la ansiedad y la agitación (…)".

Los Fantasmas de Anticuario




Al final de la década de los noventa, en un anticuario de Madrid se produjeron una serie de acontecimientos de extraña explicación. Decenas de personas fueron testigos y sufrieron en sus propias carnes los fenómenos que allí acontecieron. 
En una tienda de antigüedades de Madrid se producen fenómenos paranormales. Un anticuario de Madrid padece desde hace tiempo fenómenos paranormales en su local situado en la calle Marqués del Monasterio, en el distrito Centro de Madrid. Según declaró el propietario de la tienda, Noel, a una emisora de radio: "una de las cosas que más suceden es que se caigan objetos sin que nadie los toque. A veces se ven figuras, otras veces son ruidos, reales, y luego, sin embargo, no hay nada que los justifique. 
Con estas palabras comenzaba Cristina Rovirosa, locutora de la cadena de radio Onda Cero, el informativo de las ocho de la tarde del 11 de febrero de 1999. Una redactora de esta emisora acababa de filtrar la noticia de los extraños episodios que se estaban produciendo en un comercio de la capital. 
El grupo de investigación paranormal HEPTA y otros expertos en la materia no tardaron en personarse en el local para comprobar y realizar las investigaciones pertinentes sobre los fenómenos que allí sucedían. 
Todo el local, abarrotada de objetos y antigüedades, desprendía un aura casi mística que trasladaba a otras época de la historia. Ángela, copropietaria del negocio, relataba los sucesos a los investigadores. 
"Todo comenzó en marzo del pasado año, Noel me comentaba en forma jocosa – aquí hay fantasmas. Y efectivamente, comenzaron a pasar cosas". Y es que desde que se pusieron al frente del establecimiento, situado en la madrileña calle Marqués del Monasterio, número 10, ya nada es normal en su vida diaria. 
Ángela continuaba contando: 
"Las lámparas comenzaron a moverse solas. Por ejemplo, los adornos cristalinos que cuelgan de ellas aparecían en otras habitaciones. Saltaban delante de tus ojos o directamente se rompían. Se abrían solos los grifos, a veces parecía como si se cayera una vajilla contra el suelo y muchas otras surgía un olor a podrido que se transformaba en un aroma a rosas increíble. Surgía por las habitaciones e impregnaba algunos muebles. Olía a pelo quemado dentro de uno de los armarios." 
Los fenómenos fueron aumentando en agresividad y frecuencia. Los primeros testigos de excepción fueron los alumnos de las clases de restauración que se imparten en la parte trasera de la tienda. 
"Estábamos un día organizando la tienda. Encima de la mesa teníamos un velón y de repente se encendió solo. En otra ocasión Noel tiró a la basura una cabeza de carnero porque parecía cobrar vida. Después de tirarla a la basura la encontramos en la puerta del local. A partir de ese día la hemos escondido." 
El estupor de los propietarios les llevó a contar a sus amigos más allegados lo que estaba ocurriendo. 
"Había días que cerrábamos la tienda y veníamos a ver qué pasaba. Siempre a la misma hora se desencadenaban los acontecimientos. Estando con unos amigos en la salita principal comenzaron a caernos unos trocitos de madera como carcomida y húmeda." 
Al concluir el verano, la violencia aumentó de forma alarmante incluso ante los conocidos de Ángela y Noel. 
"Recuerdo una noche que cerrábamos la tienda. Nos fuimos a cenar y volvimos para ver si había pasado algo. Cuando entramos, los vasos con agua que dejamos para mantener la humedad de la madera de los muebles salieron despedidos contra unas esculturas romanas". 
A partir de ese momento los incidentes empezaron a hacerse permanentes y los clientes comenzaron a presenciar las extrañas escenas. 
"¡Tú no sabes qué vergüenza! […]. Llegaba un cliente, le enseñábamos algunas piezas y empezaban a caer objetos. Se iban despavoridos. Nos inventábamos mil excusas pero no podían creernos". 
Los fenómenos, con el tiempo, fueron reduciendo su intensidad hasta prácticamente desaparecer. Según se cuenta, anteriormente vivía en ese lugar un abogado que murió abrasado al provocarse un incendio por culpa de un cigarrillo en la cama. Los investigadores aseguraron que éste lance no tenía nada que ver.

Los ojos azules





Ana era una chica como cualquiera de quince años, disfrutaba de escuchar música, leer relatos de terror, mirar videos de cómo desollar hombres vivos, lo típico, sin embargo tenía una pequeña obsesión: su compañero de salón, Franco, durante horas podía perderse en sus profundos ojos azules, le encantaba dibujarlo aunque nunca podía igualar la belleza y el color de aquellos ojos; pero a pesar de lo mucho que ella lo observaba él nunca le dirigía una mirada y Ana odiaba eso.


Al terminar las clases ella solía seguirlo hasta su casa sin que él lo notara, le parecía tan fascinante, tan atractivo, incluso su forma de caminar le resultaba hipnotizante. Se quedaba fuera de su casa esperando que se asomara por alguna ventana o que volviera a salir para seguirlo nuevamente. Nunca se había atrevido a hablarle pues se sentía demasiado insignificante, pero un día eso cambió.Durante el intermedio entre clases comenzó un nuevo retrato de Franco, ya no era necesario que lo observara pues tenía bien grabado en su mente cada poro de su rostro, cuando estaba por terminarlo escuchó una voz detrás de ella que la hizo voltear enseguida.

-¿Ese soy yo? – pronunció la voz de su amado.-S…sí – contestó ella nerviosa, contemplando extasiada que esos ojos la miraban.-Eres muy buena dibujando, ¿me lo regalas cuando lo termines? La respuesta de ella fue una obvia afirmación y se esforzó al máximo para emular al original, le tomó toda la tarde para terminar algo que la satisficiera, era sin duda el mejor que había hecho pero como siempre, no creía que los ojos lograran la perfección de los reales, de cualquier forma a él le había gustado y entregárselo sería un buen pretexto para verlo.

Fue hasta su casa ilusionada por la reacción que él tendría al ver el dibujo, tal vez le gustaría tanto que la invitaría a salir, así ella podría contemplar de cerca aquellos ojos que le fascinaban y sobretodo sería mirada por él. Llegó a la puerta donde lo había visto entrar tantas veces y al tocar el timbre sintió que estaba soñando pero en cuanto él abrió la puerta su sueño se derrumbó.

-¿Cómo supiste donde vivo? – preguntó él extrañado y molesto.-Vine a traerte el dibujo - dijo Ana entregándoselo y evitando contestar.-¡Te hice una pregunta! ¿me sigues o qué?-Sólo una vez…tú me gustas mucho y…-comenzó a decir ella pero él no la dejó terminar.-Maldita loca me enfermas, ¡no te vuelvas a acercar a mí! – dijo él arrojándole el dibujo en la cara causándole un corte del que brotó un hilillo de sangre.-No puedo hacer eso – dijo ella y antes de que él pudiera reaccionar le inyectó un tranquilizante en la pierna.

Cuando él despertó estaba amordazado y atado a una silla en el cuarto de Ana, había docenas de retratos y fotografías suyas en las paredes, se le revolvió el estómago, cerró los ojos e intentó despertarse de ese sueño macabro, pero esa era la realidad. Ana se acercó a él y jaló su cabello bruscamente girando su cabeza hacia ella.

-¡Mírame! – le gritó, pero él no abrió los ojos, lo abofeteó fuertemente un par de veces, él siguió sin reaccionar, ella tomó un cuchillo y comenzó a clavarlo frenéticamente en las piernas de Franco mientras gritaba: “¡Mírame! ¡Mírame!”. Finalmente él abrió los ojos mirando suplicante a Ana que tenía una desquiciada expresión en su rostro, los ojos desorbitados, estaba salpicada de sangre y sonreía maliciosamente mientras lo acariciaba.-Son tan perfectos, azules, brillantes, quiero que me observen siempre – dijo ella fervorosamente – y eso es lo que harán. – Volvió a tomar el cuchillo y lentamente le cortó los párpados a Franco tratando de no dañar los globos oculares mientras él forcejeaba y gemía de dolor causando que le hiciera cortes en las mejillas y la frente de los cuales comenzó a brotar abundante sangre.

Ana observó aquel ser lleno de líquido rojizo que se retorcía y gimoteaba, ya no se parecía al joven que contemplaba todos los días en la escuela, pero no le importaba, aquellos ojos azules seguían intactos, así que con la ayuda de una cuchara y su cuchillo se dispuso a extraerlos. El proceso fue más complicado de lo que pensó pero al final valió la pena cuando tuvo ese par de hermosos ojos en sus manos, los colocó sobre el dibujo que había hecho esa tarde, ahora era perfecto y la miraría siempre que ella quisiera.

La Barbie maldita




20 de Diciembre
Querido Papá Noel
Soy una niña de ocho años llamada Guadalupe. Todos me dicen Lupe así que tú también puedes llamarme así. Me he portado bien todo el año, he cumplido con la tarea de la escuela, también he sido una buena hermana al cuidar del bebé cuando mi mamá se va de noche y regresa a la madrugada eufórica y sonriente como nunca. Así que creo que merezco un buen regalo. Ayer a la tarde vi en el centro comercial la última Barbie, la que viene con la bañera y se le puede teñir el cabello. Sé que es un poco cara, pero creo que podrás conseguirla para mí. Porfis, Papá Noel. Porfis porfis porfis

26 de Diciembre
Querido Papá Noel
¡Muchas gracias por la muñeca! Soy la niña más feliz de este mundo. No puedo dejar de admirar la Barbie y jugar con ella. Tiene algo extraño en su mirada, pero no importa, tal vez sean cosas mías. Te mando un saludo y te deseo un buen viaje de regreso al Polo Norte. 

Con cariño, Lupe

31 de Diciembre
Querido Papá Noel
Sé que la Navidad ya pasó y que ahora seguramente debes estar descansando en tu casita en el Polo, pero quisiera pedirte una última cosa. Quiero que te lleves la muñeca. No es mi intención parecer desagradecida, en realidad estoy muy feliz con la forma en que me trataste, pero la verdad esa muñeca me da miedo. Su mirada brilla durante la noche. Y a veces, sobre todo cuando mi mami no está y yo quedo sola con el bebé, la muñeca se mueve. Traté de tirarla o dejarla en el desván, pero de alguna manera siempre vuelve a mi habitación. Y yo tengo miedo por el bebé. Creo que quiere hacerle daño. Así que por favor, llévatela de aquí. Esta noche la dejaré cerca de la chimenea, para que te resulte más fácil encontrarla. Te mando un beso, y espero con toda mi alma que puedas leer mi carta.

02 de Enero
Querido Papá Noel
Veo que no leíste mi carta. La Barbie sigue aquí. Y mamá se ha quebrado el cuello.
Cayó de las escaleras cuando iba a trabajar. Ahora está en coma en el hospital, le insertaron unos tubos horribles en su boca, por lo que no puede hablar y contar lo que pasó. Pero yo sé lo que pasó. La muñeca se atravesó en su camino. Se colocó sobre un escalón para que mi mami tropiece. Ahora nos cuida una tía lejana, pero ella se va a la noche porque tiene un negocio que atender. Así que yo quedo a cargo del bebé. Ayer apenas pude dormir. Vigilo a la muñeca a todas horas, pero no sé hasta qué punto podré hacerlo. Mi único aliado es Benja, el gato. La muñeca parece tenerle terror y se esconde cada vez que Benja se encuentra cerca. Así que me llevé al gato a la habitación conmigo, y juntos cuidamos al bebé. Pero te repito, no sé cuánto tiempo podré aguantar esta situación. Ahora que mi mamá no está, la muñeca anda a sus anchas por la casa. Aparece en el living, después en el baño, más tarde en la cocina. Y su mirada. Sé ahora que es la muñeca del diablo. O de su hija, si la tuviese.
Por favor, Papá Noel, sé que tienes los poderes para hacer desaparecer la muñeca. Te pido que regreses y te la lleves.
Porfis porfis porfis

03 de Enero
Papá Noel:
Ahora estamos totalmente solos, el bebé y yo.
Benja apareció muerto en el patio.

03 de Enero (Noche)
Papá Noel:
Ya perdí todas esperanzas. Sé que no estás leyendo mis cartas. Estamos encerrados, mi hermanito y yo, en su dormitorio. La casa está sola, y hay ruidos afuera. Una pequeña sombra se recorta contra la línea de luz debajo de la puerta. Es ella. Es la muñeca. Se agacha y me mira a través de la hendija. Sonríe. Sus ojos brillantes me dejan sin aliento. El bebé en la cuna se mueve y comienza a rezongar. Estamos solos.
Estamos solos, Papá Noel.
Y creo que la muñeca se ha cansado de jugar: ha metido medio cuerpo debajo de la puerta, y está tratando de ingresar a la habitación.

12 de Marzo
Papá Noel:
Sé que hace rato no te escribo, porque la verdad estaba enojada contigo. No leíste ninguna de mis cartas, y por tu culpa ahora yo estoy aquí, alejada de mi casa y mi familia.
El bebé está muerto.
Mi tía lo encontró a la mañana siguiente. Yo me había quedado dormida y aunque le conté de mis intentos de protegerlo de la muñeca, ella no me creyó.
Hicieron una autopsia al bebé, y encontraron a la muñeca dentro de su barriguita. Aún lloro cada vez que recuerdo ese terrible momento.
Y luego me trajeron aquí. Yo conté mi historia a la señora que es dueña del lugar, conté de la muñeca y sus ojos refulgentes. De su intento de matar a mamá, y de los crímenes que cometió contra Benja y mi hermanito. La señora me escuchó atentamente y luego me mostró un video, supuestamente registrado por la cámara que está en la habitación del bebé.
Y en el video aparezco yo con la muñeca, sólo que ésta no se mueve ni sus ojos refulgen en la oscuridad. Me aproximo a la cuna del bebé y comienzo a meterle la muñeca por la boca. Es un video horrible, el más horrible que vi en mi vida, y trato de apartar la mirada, pero la señora me obliga a seguir viendo. En el video yo comienzo a gritar cosas, mientras el bebé se pone morado y se agita sobre su cuna. Le digo que lo odio, que lo odio desde que él nació, porque por su culpa yo tengo que quedarme hasta altas horas de la noche cuidándolo y cambiándole los pañales, y como consecuencia mis notas han desmejorado mucho. Las notas de la escuela eran lo mejor de mí, le grito, y ahora soy una alumna mediocre porque no tengo suficiente tiempo para estudiar como cuando vivía únicamente con mi mamá, y con Benja.
El video se termina ahí. No sé qué habrá pasado después, seguramente lo cortaron. Pero a mí no me engañan. Sé que la chica de la filmación no soy yo. Es la muñeca. De alguna manera se hizo pasar por mí. Y ahora yo estoy encerrada, mientras ella debe andar en algún lugar de la ciudad, escondida y planificando sus próximos crímenes.
Pero no importa, tarde o temprano saldré de aquí, y la encontraré. Y entonces me vengaré de ella. Y también de mi mamá, por haberme encerrado en este lugar.
Y de mi tía, por no creer mi historia.
Y de la señora que me mostró el video.
Y también de ti, Papá Noel.
Por no haber escuchado mis advertencias.
Por no haber leído mis cartas.
Iré al Polo Norte y te buscaré.
Y te encontraré.
No te quepan dudas de ello.
Te enseñaré a no ignorar a las niñas desamparadas como yo.
Con cariño,
Lupe.

martes, 16 de diciembre de 2014

La Pulsera negra

Según cuenta la leyenda en algunos hospitales de Estados Unidos utilizan unas pulseras de color negro para marcar la hora a la que falleció una persona y cual fue el motivo de su muerte. Si ves a alguien con una de estas pulseras podrías estar junto a un fantasma…
Thomas era un joven médico que trabajaba de interno en un frío hospital de Dakota del Norte. Su vocación y sus ganas de salvar vidas eran el único motivo por el que no caía rendido de cansancio en unas interminables guardias que podían prolongarse hasta 36 horas y que le dejaban exhausto.
Aquella noche había sido especialmente dura, el servicio de urgencias no tuvo ni un respiro y Thomas había tenido que encargarse por primera vez de una paciente sin el respaldo de otro doctor. Luchó por la vida de la chica, que no debía tener más de 22 años, durante más de dos horas, pero desde que llegó se había considerado un caso perdido y en el hospital decidieron priorizar a otros pacientes que tenían más posibilidades de sobrevivir. Los daños que había sufrido la joven en ese accidente de tráfico múltiple eran tan graves, que incluso si Thomas hubiese conseguido obrar un milagro y la chica hubiese sobrevivido, las secuelas hubiesen sido tan graves que probablemente habría quedado en estado vegetativo.
Los médicos más experimentados del hospital habían acudido en la ayuda de los otros accidentados y decidieron “bautizar” a Thomas con un caso imposible para que un primer “fracaso” le hiciera comprender lo dura que es su profesión y no empezara a creérselo demasiado. Además priorizando a otros de los heridos habían conseguido salvar la vida de tres personas, en lo que había sido el peor accidente de tráfico que habían registrado las carreteras de la región en meses.
Thomas era consciente de que la chica probablemente nunca tuvo posibilidades de sobrevivir, pero aún así se sentía destrozado por dentro y tuvo que tragar saliva para contenerse las ganas de llorar cuando le puso una pulsera negra a la fallecida. La pulsera negra era un protocolo de su hospital que servía para marcar a un difunto y señalar la hora y causas de su muerte. Normalmente eran las enfermeras quienes se encargaban de rellenar los datos y ponerle la pulsera antes de mandar a un cadáver a la morgue. Pero Thomas pensó que haciéndolo él, el recuerdo de su primer “fracaso” le serviría para aprender y avanzar en la que puede llegar a ser una de las profesiones más duras. Memorizó cada una de las facciones de la chica y la cubrió con una sábana para que uno de los celadores se la llevara en una camilla por un interminable pasillo que conducía al depósito de cadáveres.
Al finalizar su turno, Thomas parecía un zombi, su cara demacrada por el cansancio y el fuerte impacto emocional de perder a su primer paciente le habían dejado destrozado. No era la primera vez que alguien se moría en una mesa de operaciones frente a él, pero esta era la primera vez que él era el doctor al mando y el “único responsable”. En su mente repasaba todos y cada uno de sus movimientos y trataba de buscar cual fue su error o si había algo más que pudiera haber hecho. Pero incluso él mismo, sabía que su proceder había sido impecable y que cuando a alguien le llega la hora es imposible luchar contra el destino.
Cabizbajo y caminando casi dormido entró en el ascensor. Se dirigía a la séptima planta donde tenía su ropa, lo único que quería era cambiarse e irse a dormir a la residencia que estaba a pocas calles del edificio del hospital. Eran las cuatro de la mañana y el hospital parecía vacío, tan absorto estaba en sus pensamientos que casi ni se dio cuenta de que había alguien dentro del ascensor cuando entró. Una mujer le saludó:
-Uff y yo que creía que tenía mala cara, ¿chico pero que te ha pasado?
Thomas se giró y vio a una mujer de unos cuarenta años que le sonreía, estaba casi tan pálida como él y aunque no tenía muchas ganas de conversar la contestó.
-Hoy ha sido un día muy duro, no se ni como estoy todavía de pie. Además he perdido a mi primer paciente – le dijo mientras ponía un gesto que denotaba que estaba a punto de echarse a llorar.
-Pues por la cara que pones estoy seguro que has hecho todo lo que podías, no seas tan duro contigo mismo.
-Muchas gracias, probablemente mañana pueda verlo de otra forma – dijo Thomas mientras se giraba a ver porque se había abierto la puerta del ascensor en una planta que ninguno de los dos había marcado.
Al mirar fuera vio la silueta de una joven en mitad del pasillo, al terminar de abrirse la puerta del ascensor comenzó a girarse lentamente hacia ellos. Thomas al ver la cara de la chica dio un salto hacia atrás y pegó la espalda a la pared del ascensor mientras señalaba a la chica que había fuera y trataba de decir algo sin conseguir articular palabra. De repente pareció recuperar el control de su cuerpo y se abalanzó hacia el panel del ascensor presionando repetidamente el botón que cerraba las puertas. La mujer que había en el interior del ascensor se quedó mirándole perpleja cuando la puerta se cerró cuando faltaba menos de un metro para que la joven que había fuera entrara en el ascensor.
-E… e… esa chica – dijo tartamudeando del susto – yo mismo la vi morir, no pude hacer nada para salvarla y le puse esa pulsera negra.
La mujer que se había mantenido pegada a la pared sonrió y mientras levantaba el brazo le preguntó:
- ¿Una pulsera cómo esta?
Thomas se giró a mirarla y vió como en su muñeca había una pulsera de color negro, idéntica a las que usan en el hospital. El joven médico se desmayó del susto y en su caída agarró fugazmente el brazo que le mostraba la mujer con la que había compartido la charla en el ascensor.
Minutos después encontraron a Thomas aún desfallecido en el suelo del ascensor. Todos atribuyeron su desmayo al cansancio. Pero él sabía que lo que había pasado era real, en su mano tenía una pulsera negra que había arrancado sin querer del brazo de la mujer que había en el ascensor mientras caía desmayado. Al revisar la pulsera pudo comprobar que la mujer había fallecido dos años antes en un accidente de tráfico muy similar al de la chica que quiso salvar.

El Buen paciente






Buenas noches, soy médico y hago guardias nocturnas en urgencias 3 veces por semana en hospital público.

Un Lunes me llegó un Sr de 80 años Don Rómulo ( pseudónimo ) por dolor de rodillas, después de revisarlo y ponerle algo para el dolor le expliqué que requería seguimiento en consulta para ser operado en forma programada y además le enseñe unos ejercicios que le ayudarían para su dolor, a lo que Don Rómulo me preguntó que cuanto tiempo haría los ejercicios, entonces le expliqué que en tiempo indefinido, y me dice "cuanto es eso?", le digo por todo el tiempo, y aseveró !Hasta que me muera? , respondí con una carcajada " si, hasta tres días después de muerto Don Rómulo!". A la siguiente guardia llegué a urgencias y encontré a Don Rómulo en camilla, se había fracturado la cadera y lo tendrían que operar. A mi siguiente guardia después de mucho trabajo, ya en la madrugada como a las 3 de la mañana en un rato de calma escuche que me hablaban sin percibir la dirección de la voz : Doctor, doctor, doctor... Y pues nadie por allí cerca, minutos después entra por la puerta del consultorio Don Rómulo con bata de paciente y se notaba muy tranquilo ( me extrañó verlo caminar, ya que aunque ya hubiese sido operado no era para que caminara como si no le doliera nada, ni las rodillas) ; le pregunte que paso Don Rómulo, ya lo operaron?, sólo me afirmó :Doctor yo todavía sigo haciendo los ejercicios; en eso entró otro paciente que esperaba con rayos X y que casi atropella a Don Rómulo, le recibí los rayos X al paciente y me di la vuelta para ponerlos en el negatoscopio y cuando giré nuevamente para atender a Don Rómulo, ya no estaba por lo que me dio pendiente y me dirigí al piso 2 para alcanzarlo, nunca lo alcance, cuando llegué al piso 2 pregunté a las enfermeras por Don Rómulo; ellas se extrañaron y me dijeron que no habían recibido a ningún paciente con ese nombre en esa guardia, así que insistí por lo que revisamos los registros de ingresos de pacientes y efectivamente el paciente había ingresado dos noches antes, pero estaba registrado su egreso una noche antes por defunción....en eso pasó un interno y me dice " ayer Don Rómulo falleció de un infarto!".....Don Rómulo regresó como buen paciente a decirme que seguía haciendo sus ejercicios. No vuelvo a decir eso..


Actividad paranormal captada por cámara de vigilancia en fabrica
Anciana captada por cámaras de seguridad